Cómo quitar las manchas de vino
Estás sentado en la mesa, disfrutando de una buena comida acompañada con una copa de vino tinto. La botella empieza a pasar de mano en mano, y cuando llega a ti, te despistas un momento y una gota rebelde se desliza por el cuello de la botella hasta que mancha el mantel. O peor aún, le das un codazo a la copa de tu compañera sin querer y viertes el vino sobre sus pantalones favoritos.
Las manchas de vino -y, en especial, las del tinto-, son de las más odiadas por todos por lo difíciles de lavar que resultan. Pero lo cierto es que existen varios métodos que, dejando de lado las lejías y las puestas en marcha de emergencia de la lavadora, pueden ayudarnos a quitar la dichosa mancha o, al menos, a minimizar su efecto en la ropa.
El primer remedio contra este tipo de manchas es algo que, por suerte, todos tenemos en nuestra casa: la sal. La sal está compuesta de sodio -con carga positiva-, y cloruro -con carga negativa-, elementos que reaccionan cuando entran en contacto con los del vino. Cuando se produzca el accidente, quítate la prenda -o despeja el mantel-, y aplica un puñado de sal sobre la mancha, de manera que quede compacta y no deje entrever el color rojizo del vino. Deja la mezcla al menos 30 minutos hasta que se retire el exceso de líquido y posteriormente procede a lavar la prenda con agua y jabón.
En este caso, la sal funciona como absorbente y “chupa” el exceso de líquido antes que las partículas de las que esté hecha la tela, haciendo que después resulte mucho más fácil eliminar la mancha o, en su defecto, suavizarla.
Otro truco que funciona bastante bien, aunque quizá no es tan rápido ni fácil, consiste en realizar una mezcla a partes iguales de agua oxigenada y jabón e ir tantenado distintas concentraciones hasta que la intensidad del color de la mancha comience a clarear. Sin embargo, esta técnica no es muy recomendada, ya que esta solución podría desteñir prendas de color intenso.
Hay quien también utiliza vino blanco en tejidos manchados, pues no destiñe la ropa ni tampoco la ensucia más, aunque la técnica de la sal sigue siendo el truco por excelencia.